Una casa medio derruida, luego una papelería, mas tarde una inmobiliaria y hoy nuestra cafetería. Esas han sido las fases por la que ha pasado este local que hoy es parte de todos y que como veis en las imágenes estaba totalmente diáfano. Bueno, en ellas se ven ya los servicios y la barra proyectada, pero ¡¡anda que no ha cambiado!!
Tras quitar la madera que cubría las paredes de la inmobiliaria hubo que tapar los agujeros que dejó, que me río yo de los que tiene el Coliseo de Roma. No menos trabajoso fue acabar con ese verde clarito que se resistía a convertirse en blanco. Poner el papel pintado fue otra osadía y elegir el mobiliario un rompecabezas. El día de antes de abrir nos llegó todo, una locura¡¡ La vajilla y cristalería fue elegida con mimo, traída de lugares tan dispares como Málaga o Barcelona. Pero tan pobres éramos que tuvimos que recurrir al ingenio para decorarlo. Así que como imaginación
no nos falta, brocha en mano dimos color morado a la barra, escribimos nuestras ideas en las paredes y dibujamos un árbol verde pistacho símbolo de la esperanza.
Así se fue llenado de colores nuestro proyecto y con el rincón chill-out le entregamos nuestra alma. El resultado nos sorprendió hasta a nosotros, que nunca pesamos en un lugar tan hermoso.
Será su luz, sus vistas, su música alegre, sus colores morado y verde pistacho, su aroma... y sobre todo el calor de nuestros clientes, que siempre apostaron por nosotros y gracias a los cuales no paramos de innovar para seguir sorprendiéndoos.
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